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Atilio Castelpoggi - Cuaderno de Noticias (1956)
2012-09-24 | El Descubrimiento
Cuaderno de Noticias
Atilio Castelpoggi
Signo, Buenos Aires, 1956
Poemas de: CUADERNO DE NOTICIAS
Vivimos en el mundo.
Y las noticias vienen:
es la sangre que vuela,
el diario que invadiendo la ruta de los ojos
construye sus mensajes,
sus noticias,
o el hermano que vive, que se cruza,
cercano o alejado,
por el problema exacto que guardan nuestras voces,
o por las formas nuevas
que habitan destruyendo
las murallas del tiempo,
y amanecen cantando.
Y las noticias vienen.
Vivimos en el mundo.
Ayer estuve –por ejemplo- en las Guayanas,
la sangre era un incendio,
el cielo era un incendio,
la tierra era un incendio.
Ardía ardía
sobre las cañas,
y un cañero me dijo: ardemos.
Ardemos –compañero- ardemos,
porque nos matan, mataremos.
Y su mujer tenía los ojos en su pequeño,
tenía las brazos y los sueños
y su salario negro;
y sin embargo me dijeron:
Seremos Libres.
Y las noticias vienen.
Ayer estuve –por ejemplo- en las Guayanas.
Vivimos en el mundo.
Atilio Castelpoggi
[de Cuaderno de Noticias]
CANCIÓN PARA UN OBRERO DEL SUBURBIO
“Los poderes públicos anuncian una intensificación
de la enseñanza de adultos en toda
la zona del Gran Buenos Aires.”
¿Has visto este plural en primavera?
¿el poliedro del sol regando
la tierra original,
has visto
el evangélico trigal?
Despierta,
hijo de la substancia misma,
hijo
profundo de este siglo.
Caminas por la aurora,
vas
por ese borde limpio de la vida,
llevas
la juventud del día iluminado,
y las bujías puras
que nacen como un sol desconocido y repentino
en el fondo augural de las entrañas.
Tú detendrás la marcha de la noche.
No pasarán las sombras.
Ya estás amaneciendo ahora
y un nuevo mediodía te poblará los ojos.
¿Has visto coronar el fruto?,
verás crecer ahora sus líquidas agujas,
verás salir la savia por la sangre
y fecundar el canto.
¿Has visto el pájaro latiendo?,
verás el lujo de su voz,
la comunión volando entre las alas del amor,
verás cantar en el trabajo a todos,
verás al niño y a la mujer lustrosa
de aceite virginal,
verás
la abeja besadora,
la miel entre los senos,
la boca en las espigas,
la vida entre las manos y la viñas.
Verás el fruto repartido
y extendida la lengua del futuro,
verás
cumplido el evangelio bueno.
Guarda para ese día que se oye
como si fuese un tren que va arribando
a los andenes de los pueblos nuevos:
la semilla y la lámpara,
la ciencia de tus fábricas azules,
y el encendido volcán de las miradas.
Pon para entonces
el rojo limo de la sangre
y el color estupendo de los libros
que acarician tus ojos.
Pon para entonces
la decidida voz,
y el cauce más fecundo
de todos los que saben
mirar hacia adelante,
y escucha
esta canción que preguntando te responde:
¿Ves el trigal?
¿Ves las celestes brújulas del lino,
los torrentes fabriles encauzados,
la armonía del viento trabajando,
las aguas fecundando las usinas,
y el solidario amor de los hermanos?
Todo lo ves y lo verás más tarde
y lo verás más claro,
todo más claro,
todavía.
Sólo recuerda por ahora
esta canción que preguntando te contesta.
No pasarán las sombras
y un nuevo mediodía te poblará los ojos.
Atilio Castelpoggi
[de Cuaderno de Noticias]
MENSAJE AL INDIO DEL ALTIPLANO
“Al son de los pututus tradicionales
los indios bolivianos festejaron la reforma agraria.”
Por qué golpean indio tus espaldas,
por qué golpean,
si tú no quieres otra cosa,
otra cosa,
que beber esa luz,
ese fruto profundo y levantado
por tus duras,
tus fuertes manos limpias como el aire
del cerro torturado.
Indio enterrado en el estaño,
subiendo en la cosecha de la tierra,
montado entre las mantas de la carne
-vicuña triste,
quena olvidada.
Indio sumido entre las venas
del aguardiente amargo.
Esclavo liberado,
comienzas a vivir,
a soñar,
a saber dónde linda el mañana:
es por eso, por eso,
que tus amos de ayer, machacan,
machacan,
tu nueva vida,
quieren doblar el curso de tu sombra,
sueñan con destrozar tu sangre
-tu fértil sangre solitaria-
y tu conciencia que ayer no más compraste,
con el ideal que penetró en tus ojos.
Ellos quieren taparlos,
llevar de nuevo la ceguera a tu cuerpo,
con chicha o con metal,
con metralla o lluvia envenenada,
y no podrán,
Indio de América
y no podrán.
Y no podrán,
porque tú sabes dónde está la tierra,
el socavón, la mina y el estaño,
el por qué de la fuerza,
del sol,
del estallido
y del cartucho.
Y no podrán,
ahora llevas el canto que se eleva,
las armas que hasta ayer te masacraron
subiendo entre las manos;
afuera lloverá la dinamita si es preciso,
afuera nacerá la lucha,
la luz y el incendiado manto del crepúsculo
pintando el cerro ensangrentado;
afuera nacerá la estrella.
¡Tu estrella iluminada!
Qué importa ahora que otros
quieran sacarte la belleza,
las conquistas del pan y del amor,
si tú ya has descubierto dónde queda tu fuerza.
No te detengas más,
sigue siempre adelante
siempre adelante,
y tú serás el hombre,
el que destierra el hambre,
el que come el metálico esfuerzo transformado,
el que cambia el sudor por la eterna mañana,
el anónimo pueblo que fecunda
el último rincón de la esperanza.
Atilio Castelpoggi
[de Cuaderno de Noticias]
DOS PENIQUES Y MEDIO
“Dos peniques y medio subieron las cotizaciones
de la Anglo Iranian Company en el mercado londinense
a raíz de la caída de Mossadegh.”
La Anglo Iranian Company
en Londres,
no en Irán,
en Londres,
eleva sus acciones.
Los que trafican con la sangre
suben,
suben sus dividendos;
mientas los explotados ignoran,
ignoran quizás dónde,
dónde están,
dónde estarán tumbados sus hermanos.
(A veces ellos saben,
ellos saben a veces,
sólo a veces saben.)
Pero ahora yace el pueblo
yace indefenso, yace,
porque tampoco le dijeron dónde,
tampoco dónde,
dónde estaban,
dónde
sus enemigos;
tampoco hubo palabras,
ni hubo letreros luminosos
para decirle al corazón
dónde estaba la sangre,
dónde la sangre verdadera.
Ni le dejaron armas,
ni le enseñaron el camino
que conduce a la vida.
Fué entonces que cayeron;
la emboscada nocturna se agrandó
y cayeron,
cayeron,
valientemente,
masacrados cayeron,
quizás mirando al cielo
o apretando la espiga
que sube en la mañana;
pero cayeron.
Las acciones de la Anglo Iranian Company
en Londres,
no en Irán,
en Londres,
suben sus dividendos;
así rescatan el precio de la sangre.
¿Pero la libertad del pueblo?
la luz del pueblo, pregunto,
el pan del pueblo, digo,
¿quién lo salva?
Los muertos por las balas,
o por la miserable metralla
que es el hambre,
¿quién los salva?
Y seguirá el petróleo
y seguirá saliendo,
y seguirá arrasando a los obreros
con sus espesas lágrimas violentas
como una ciega angustia,
como una ciega cifra,
o como una vertiente derramándose
siempre,
siempre,
sobre las mesas,
siempre,
de la Anglo Iranian Company
en Londres,
no en Irán,
en Londres.
Pero el pueblo retornará a las armas
entonces no habrá acciones,
y en Irán, no en Londres,
en Irán y en el mundo
el pan será más puro,
más repartido el pan entonces,
más pan,
será más pan el pan del mundo.
Atilio Castelpoggi
[de Cuaderno de Noticias]
TREINTA Y CUATRO MIL DOLARES
“...Se le ha entregado el premio Nobel de la
Literatura a sir Winston Churchill.
Los 34.000 dólares correspondientes
fueron recibidos de las manos del rey
de Suecia por la señora del premier Británico...”
Premio Nobel a Churchill.
Premio Nobel a Churchill.
Será a la pipa consular y antigua
o a la agresión de las Guayanas.
Será a la producción de naves subterráneas
o al parlamento agudo de la guerra.
Tal vez se están ahorcando los recuerdos,
tal vez de sus pupilas cuelguen frutas,
frutas sangrientas;
carbones con obreros de Cardiff
o soñolientos ruidos de extraños combatientes.
¿Qué es lo que están premiando,
los símbolos impuros de una época,
el cautiverio de la India,
el canal degollado del Egipto,
o las colonias infamantes de ultramar?
De las minas de estrellas y diamantes
salen negros mineros con el cuerpo llagado,
vuelven hombres sin brazos, sin piernas, sin mañana,
mientras en Londres, la imperial corona baila,
baila,
su carnaval de sombra y pedrerío.
Pregunto,
¿qué es lo que están premiando?
y los libres responden
desde el mundo:
el hacha que desgarra el límpido latido de los hombres,
premian las bayonetas trágicas
y la paz insolente de la farsa,
premian los escuadrones
que se nutren
con carne y con metralla,
y a esa solemne aristocracia del prostíbulo.
Un paria por Bombay recuerda cuatro llagas,
un niño de Hiroshima su desastre
que es niño aún,
y ya es gigante,
y un africano masca su miseria.
Desde el oscuro barro
medular de esta América,
la blanca y azulada Antártida –pregunta–
y el cobre de la Pampa y el nitrato,
y las Malvinas niñas todavía
–y apresadas–
con su candor silvestre, me preguntan,
¿qué es lo que están premiando?
Yo les respondo simplemente con el canto
de los cañaverales incendiados,
con la lámpara azul de esta trigueña América
aguardando su luz en los sonidos del futuro.
Yo les respondo nuevamente:
Sólo recuerdo ese futuro.
Ahora de Estocolmo nace
una vieja noticia que no creemos:
Premio Nobel a Churchill.
Premio Nobel a Churchill.
Atilio Castelpoggi
[de Cuaderno de Noticias]
LOS HOMBRES DEL CÁNTARO
“Id a la ciudad y os encontrará un hombre
que lleva un cántaro del agua. Seguídle.”
San Marcos
“La mayoría de los sacerdotes obreros
de Francia –organización creada para evangelizar
a los obreros–, se niegan a acatar la orden de
dejar el trabajo en las fábricas, resuelta por
la jerarquía eclesiástica, so pena de excomunión.
Muchos de ellos siguen afiliados a las centrales
obreras de izquierda.”
Pedro y Mateo el publicano,
Pablo Juan y Santiago el Zebedeo
y Tomás,
andan por Francia predicando
el evangelio,
la palabra del reino.
Juan sube por la borda de un barco pescador.
Pablo carga las redes de un navío en Marsella.
Mateo teje solidario las sedas perfumadas,
y en los aserraderos, Santiago corta las maderas,
y ya como el maestro, Pedro
es un buen carpintero.
Llueven los peces y los granos tibios,
y el sol de Arlés les trae
como un lago de bíblicos recuerdos,
espigas minerales y pescados.
Ellos trabajan y predican.
Ven la substancia humana,
conviven con el hondo portuario de los golfos,
beben sudor y sueño,
los ruidos de los hombres les besan las mejillas,
y la sangre fabril de las ciudades,
de Lila o de París,
pone en sus rudas horas
una hermandad de puños y raíces.
En el Mediterráneo toman su sal de espumas y colores.
Burdeos los acoge con su viñal en las bodegas rubias
y su latina luz de estío.
Viven como aves en la casa del hombre,
Paul y Pierre o Francois
a veces le acompañan,
o Vivianne o tal vez un inmigrante
venido de tan lejos.
Pulen el hierro.
Lustran maderas.
La sangre es una fragua entre sus venas.
Allá Marcel está con luz leyendo,
en su pequeño cuarto de luchador y jornalero;
bebe la luz ahora
de Juan, del verbo,
y una declaración de pájaros
volando hacia la aurora.
Mientras ellos,
semillas por la clase fuerte,
enviados para ser la auténtica verdad
defienden las palomas más puras de los pobres.
Son huelguistas a veces,
las grandes sindicales los agrupan.
El látigo en el templo es necesario a veces.
Los mercaderes siempre necesitan castigo.
Y ellos van
-por las maderas-
Y ellos van
-por los metales-.
El cáñamo del tiempo es transformado
en ropas de silencio,
en blancos tomos de palabras
o en lino de verano.
Otros recogen la miel de los panales.
Aran el campo virgen de la siembra,
o transportan la esquila de los años.
En tanto,
ya la izquierda de cristo da su pecho y su forma.
Pablo y Juan y Santiago
y Andrés,
y el Publicano,
con un Marcos y un Lucas
nacidos
en la música popular
de los ríos de Francia,
ya vestidos de obreros para siempre,
con su talar y su overol de tiempo
marchan llevando,
junto a Pierre o a Francois,
el evangelio nuevo
y el eterno.
Atilio Castelpoggi
[de Cuaderno de Noticias]
MURAL DE GUATEMALA
“Gloriosa victoria”, frase histórica pronunciada por
Foster Dulles para el Congreso y la prensa
de Washington, anunciando el triunfo de
Castillo Armas, sirvió de título al mural
transportable que Diego Rivera pintó con motivo
de los últimos sucesos de Guatemala.
Este es un
es un mural
que escribe por los aires,
esta es una
es una cosa
que sube,
que prende por el viento,
que va pintando tierra
ríos y mar,
y cielo,
y todavía cielo
que pinta.
Este en un
un documento
que
Rivera escribe con las manos,
que escribe
con el alma de la sangre.
Y no es Rivera,
Diego Rivera no es
no es él
sólo él
que pinta,
no es él
y no soy yo
tampoco
el que lo dice;
es él y yo
y somos todos.
Porque es
este mural,
es
también es
es de ese indio
que vive lapidado,
y de ese otro
que está allí
subiendo
los plátanos gigantes,
también
del niño degollado por las bombas,
es de él
es de nosotros,
también es mío,
mío, de todos
este mural
mural de Guatemala.
Allí están,
acá tienen la carga;
el hombre que ha dejado de ser hombre,
lo ven el hombre,
los plátanos huyendo,
las blancas flores del silencio,
y las flotas llevándose el sudor
y el trabajo de todos;
allí están,
lo ven,
lo ven.
Aquí el testimonio aquí,
el testamento de barbarie aquí:
las bombas y las armas.
El fariseo allí
que todo lo bendice,
la catedral y el Cristo
que pugna por bajar
y echar los mercaderes
que oran por el oro.
Aquí los muertos,
acá las babas cuchicheando
la entrega de los hombres.
El pueblo que se bate con machetes,
los machos reventando
su pecho y su delirio,
los libres defendiendo su bandera
fijando con sus carnes
libertades.
Acá la cara del traidor,
acá
su cartuchera de rodillas
descomunal y purulenta;
acá
su extranjería y su camisa,
su pantalón de dueño de posada.
Y más acá,
allí,
¿lo ven, lo ven ustedes?
la bolsa de conciencia,
la gruesa chatadura de las armas
que venden su carcoma,
su carcomida hombría
a veces por un dólar.
Lo ven, lo ven ustedes.
Diego Rivera ha dicho
yo nada invento,
nada,
porque es de todos
este mural.
También de los hermanos
que combatieron hoy,
y triunfarán mañana
apenas suelte el día
su forma de esperanza.
Porque ahora sólo quedan
sólo
los que preparan,
sólo,
el condimento oscuro de la muerte.
En Guatemala hay hambre,
la tierra es triste,
y es de los otros la cosecha ahora;
sube a los barcos y se va.
Sólo el trabajo queda
y el hambre,
y el hambre de los hombres,
Sólo eso queda.
Sólo.
Diego Rivera nada inventa,
nada.
Están en el mural
bananas, niños muertos, militares,
metrallas por palabras,
embajadores que se exhiben,
ministros de las grandes
reuniones de otra América,
magnates de la fruta,
generales,
están,
están en el mural
agentes del café
y nuevos presidentes,
la casa de la Un
y de la dos
que nunca sirve para nada.
Están detrás y no se ven,
y sin embargo están
están el mural.
Y está también el pueblo;
ayer
con barcos llenos de comida,
sin nada hoy,
sin nada,
durmiendo hoy
entre la tierra hoy.
Ellos también están en el mural.
Yo nada digo nada,
no nombro a nadie,
a nadie nombro yo.
Diego Rivera nada inventa,
todos están en el mural.
Enfrente,
la agresión es a todos,
a todos,
enfrente comprendemos.
Enfrente Puerto Rico
enfrente,
enfrente nos enseña
sus llagas,
sus viejas llagas
olvidadas,
sus llagas más modernas,
enfrente.
Mural de Guatemala,
que es de Chile,
o de Caracas,
o del Perú,
o del Canal de Panamá.
Comprendemos
se comprende,
pensando,
así, mejor,
mirando.
Por eso
este mural camina
por la vida
del indio y del maíz,
por eso
avanza por el mundo.
Enfrente.
Ahora marcharemos
amigo del petróleo
porque es tuyo,
amigo del lapacho y del café,
con ruidos de nitratos y caballos;
mañana con bananos
marcharemos.
Con cobres,
amigo porque es tuyo;
tu tierra, este mural, la vida,
marcharemos
de Méjico hacia el canto más austral,
de aquí de Buenos Aires
en que veo
este Mural,
este mural Rivera
que tiene boca,
ojos,
que tiene brazos,
fuerza y mañana,
que camina,
que es un hombre
valiente.
Este mural;
la multitud luchando por los hombres
por la vida del hombre.
Ahora recordamos;
será la Gran Victoria entonces,
y adelante,
irá adelante
como una gran bandera
de Norte a Sur
extendida,
de Este a Oeste
este
mural,
este mural,
este mural pintado con la sangre.
Atilio Castelpoggi
[de Cuaderno de Noticias]
LAS MALVINAS
“La Argentina reitera su derecho sobre
las islas Malvinas y el sector antártico.
Esta declaración fue comentada vivamente
en el seno de la UN."
Canto a una tierra de pesquera soledad
con un latido hacia el Sur
mirando
la helada luna sobre una mapa dormido.
Canto a un cordón marítimo de peces asombrados.
Canto a una mariposa de cuerpo luminoso y sorprendido
de huertas pintadas con los vivos colores de la vida.
Hablo de una fruta ausente,
de un archipiélago olvidado con remotos jabalíes
y tumbas carboníferas.
Digo de un hombre permanente
entre extraños nombres desterrados.
(El aire del ceñido otoño
se incrusta en las bahías,
como los niños suaves se albergan
en los ojos de los sueños nuevos.)
Digo de una paloma nuestra,
digo de una forma que llega hacia la sangre del mañana.
(La tempestad arrecia a veces,
mientras cruzan las maderas glaciales
de los vientos polares.)
Oh patagónica esperanza preñada
de gaviotas y patos silvestres.
Todo se hace naturalmente azul
sobre la blanca latitud del paisaje,
como una bandera tuya entrañablemente nuestra.
Un enjambre de aves heladas emprenden
el viaje hacia el estrecho dormido,
en tanto,
yo dejo mi corazón soñando
en tu cuerpo de verdes colinas
donde las dulces ovejas silenciosas pacen,
junto a la espuma clara de tus aguas atlánticas.
Pequeña zona de profundas neblinas,
pronuncio nuevamente tu palabra esperada;
y en las voces de lana de las cabras hermosas,
y en las faldas sonoras de las algas marinas,
y en la compacta reunión de las medusas,
y en el lejano volar de los petreles,
y en el crepúsculo distinto de latitud nevada,
y en la remota emoción de las ballenas,
y en el desconocido idioma de las bestias celestes,
digo tu nombre,
repito tu argentina palabra verdadera
como una fronda silvestre de guitarras,
entre el cielo inmenso y futuro
de América delgada.
Atilio Castelpoggi
[de Cuaderno de Noticias]
LOS LIBROS HOMBRES
“La Junta de Defensa Nacional de
Guatemala, institución secreta de origen oficial,
anuncia una quema de libros sospechosos de
izquierdistas. Subirán a la pira que se efectuará
en Plaza Pública, libros del ex presidente Arévalo,
de Miguel Ángel Asturias, Manuel Galich
y otros escritores conocidos, incluso el historiador
Alejandro Marure, fallecido a mediados del siglo pasado.
El Club de Jefes de Policía, con sede en los
Estados Unidos, ha nombrado socio honorario
al coronel Castillo Armas, actual presidente de Guatemala.”
Están allí los que quieren segar las pupilas del tiempo
y quemar a los días que vendrán.
Saltan entre la hoguera como dioses pequeños.
Los demonios del fuego se ríen con sus fauces aviesas,
y los siglos antiguos retornan con sus ritos anclados
al borde del abismo.
Pero esto es sólo la visión externa de las cosas que pasan.
Hay otro quemador que está más lejos
con sus burdas caretas.
Recuerdos de Sandino cruzan por el aire.
Recuerdos de aves legendarias unen el regreso,
y un tibio lodazal imprime la sangre de los pueblos.
La voz no puede ser callada.
Los hombres no pueden silenciar su boca.
Un libro es un metal inextinguible,
crecen hombres adentro de sus líneas,
y las llamas escriben en el viento,
y las palabras corren por la tierra.
En Guatemala queman libros.
Un presidente es coronado policía
y un pueblo está en la cárcel.
Pero el futuro aguarda con sus armas.
De esas hogueras nacen hombres,
del fuego de esos libros brotan hombres,
desde la luz del fuego crecen hombres
y una bandera extiende sus latidos.
América despierta sin esclavos.
La libertad apresada en las estatuas se desnuda del mármol
retorna hacia los hombres,
es un hombre, un hombre.
Son los hombres futuros de la tierra.
En Guatemala queman libros.
Hay cosas que se saben sin saberlas.
De esas fogatas forman hombres.
De esas fogatas crecen voces.
De esas fogatas suben manos.
Se empujan los sonidos del incendio.
América despierta sin esclavos.
Desde la tierra crece como un canto.
El mensaje del hombre llega al hombre.
Se bebe la alborada por el aire.
Pueblan las llamas su única bandera.
Llega al hombre.
Es una siembra nueva que avanza por la tierra.
Atilio Castelpoggi
[de Cuaderno de Noticias]
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