Literatura > Poesías
Biblioteca Virtual de Poesía
Gustavo Tisocco - Terrestre (2012)
2014-05-02 | El Descubrimiento
Terrestre
Gustavo Tisocco
Vela al viento Ediciones Patagónicas, 2012, Comodoro Rivadavia
Poemas de: TERRESTRE
La bestia se me ofrece
como un néctar despiadado
-que te sumerge en un lugar oscuro y plácido-
un conjuro
un pasaporte
un golpe de suerte.
Desgarrando mi estirpe
se hunde como un cuchillo
doloroso y necesario
y despliega sus brazos
que son ramas de la frondosa selva
y crece hacia mi cuello
toma mi voz, mi suspiro
asfixiándome bellamente
como cuando se muere de amor.
La bestia ya anida en mí,
soy contagioso ahora
llevo su marca.
..........................................................
A mi tío Jorge
¿Cómo hacer ahora para buscarte
si no hay rincones ya,
no viento ni fotos en los andamios?
¿Cómo leerte la sangre
si no escribes con mi mano
y brotan en la tarde
lágrimas que denuncian que te has ido?
¿Cómo creer en Dios
si no sé si el celeste es cielo
o solo un hueco de pájaros que perdieron los ojos?
¿Cómo,
me pregunto cómo indagar las cavernas
con los espacios llenos de ti
si apenas el dulzor de tu aposento
habita en la casa?
¿Cómo Jorge
repetir tu nombre
y saber que no vendrás,
que no acudirás a esta voz que te busca?
¿Cómo...?
............................................................................
No me preocupa la lluvia en la ciudad,
me preocupa
la ciudad en la lluvia.
La lluvia es como un canto,
un sentirse aquí como un designio,
prueba del Creador,
un sortilegio.
Llueve y en ese frescor estamos vivos
y como un caracol nos regocijamos,
nos dejamos invadir
por el niño corriendo en los charcos.
Somos como el río,
una catarata de peces gozando,
una planta verde, fruta encendida.
No me asusta la lluvia en la ciudad.
Me asustan grises edificios,
los tristes paraguas,
ese no percatarse del cielo, de Dios.
...........................
Me enseñaste las palabras
para que se derramen en mi boca
como sandía madura
y crecieran en ellas tempestades
boas y gaviotas.
Me diste de tus manos
las líneas de la suerte y fui rehén
de tus trazos de tinta.
Crecí leyendo a Kavafis y Alejandra,
aparecieron así los techos rojos
los viajes galácticos
las verdades.
Me contaste de muelles y extravíos,
de jaulas y esmeraldas,
de un espantapájaros
de la claridad.
Me enseñaste las palabras
que hoy escribo
y me salvaste.
...................
El suicida tiene los ojos secos
como la nostalgia,
su sangre es como una mora
cuyo tinte de muerte
es preámbulo de la tristeza.
El suicida no sabe del viento,
quizás recién comprenda
del color de las praderas,
la desesperación del pez entre las redes,
el grito de Alejandra.
El suicida insiste en partir,
pero se queda,
impunemente se queda en el llanto,
en el calabozo de la locura,
en el desconsolado paisaje.
El suicida al final espera
que un rayo de luz
le devuelva otra vida.
.......................
Todos hacemos el amor
como subidos a un árbol.
Nos agarramos de las ramas
y vibramos ante el precipicio,
ante el temblor.
Trepando hasta el verdor
nos aferramos al fin a la raíz
y es ahí en el olor a tierra
que descubrimos el cielo.
¿Acaso no se revelan nidos,
calandrias y capullos?
Todos hacemos el amor
como montados a un árbol
y a veces es el viento
a veces el dulce resplandor lo que aprisiona,
lo que nos deja librados
al noble levitar, a la locura de ser un poco pluma,
un poco primavera.
Todos hacemos el amor
cabalgando bosques.
......................
Olor a sopa en la cocina,
en la casa toda,
en el patio.
Y ellos que vuelven
que acarician
que delinquen de nuevo sobre mi risa.
Olor a sopa
y en ese hervor la abuela,
el tío que se ha ido,
los niños con los pies en el barro.
¿Retornaré también alguna vez
con aroma a ajo, cebolla y magia?
..........................................
Llora la niña
que carga a la niña
llora el caballo
que carga ambas tristezas.
Lloran pues gritar no pueden,
no pueden con la carga,
no pueden con el daño.
De tanto llorar los tres
se nos inundó el cielo
........................................................
Amo a un hombre pez,
un hombre marino,
acuático como las algas, como la sal.
Habita en las profundidades oscuras de todos los naufragios,
a veces llora
terriblemente solo allá abajo,
en otras baila en salones transparentes, torrentosos.
Yo amo a ese hombre pez
de cuerpo brillante/filoso,
de un mirar constante/horizontal.
Un hombre que me cuenta eternas leyendas,
que me canta con su voz de espuma
y me abraza como puede.
Yo amo a un hombre pez
y soy hombre terrestre.
Me condena la asfixia.
Lo condena mi aire, mi mundo de pájaros,
mi universo de redes, de anzuelos.
Me mira desde la superficie apenas sumergido,
lo miro desde mi oxígeno
al límite extremo del ahogo
y nos besamos apenas un instante,
ínfima eternidad habitando en la apnea.
........................................
El niño no quiere dormir la siesta
y se escapa al río,
pese al Pombero
al dueño del sol,
se escapa al río.
El niño zambulle
y se transforma en pez
y baila en el fondo
azul y mineral de su dicha.
El niño olvida su casa,
de cómo retornar olvida
y ya no le importa.
La madre cada tarde todavía llora
cuando mira al pescador
cada tarde llora.
.......................................................
Ella me saca/me pone en la jaula,
me amamanta/me deja sin comer,
cambia mis paisajes para que me extravíe,
me habla de monstruos allá afuera,
no de calles, nunca del viento,
no me cuenta del mar, los laberintos.
Ella bebe de mi la sangre,
hace con mis plumas un abanico
y me muestra el puñal
como una caricia cercana, como abrazo mortal,
una ventana abierta.
Ella muerde los ojos
de los que me miran,
anuda el cordón cada vez más fuerte
como un lazo, como una sombra sobre mí
aniquilándome.
Yo que habito en su trampa
me disfrazo para escaparme.
...............................................
Apenas de niños Arielito
supimos de la muerte.
Yo descubrí
el dolor inexplicable
de la ausencia,
hasta de lo injusto que pareció ser Dios
cuando un océano
de llanto lo mantuvieron inmutable.
Y te recuerdo blanco y frágil
acostado en la mesa
en un cofre como de flores,
inmóvil y sediento
oliendo a café
-porque las vecinas no querían
que la muerte te vista con su aroma-
y te adornaron con los granos marrones y amargos
con los que asocio hoy a la tristeza.
Tú, el niño muerto
que me mostraste de niño a la muerte,
que ahora dormís solito y quieto debajo de los sauces
¿me recuerdas?
¿estás muy solo allá?
¿quieres retornar?
Ariel acá el tiempo pasa
y ya perdí al niño
y encontré a este hombre resignado que soy,
acá cambió el paisaje,
la forma de vestirme,
las promesas.
Acá olvidamos,
comemos y dormimos
y andamos en auto bus
y nos miramos apenas
como sobrevivientes de un presagio que nos ronda.
De niños Arielito supimos de la muerte
a ti te tomó por sorpresa
sin poder esconderte,
a mí me dejo marcado
para que la escriba.
..........................................
Me gustan los hombres tristes porque tienen historias.
Cuando estoy con un melancólico sé que no hay disfraces, que desde la fragilidad afloran, como un vino añejo, las suaves palabras, las miradas como océanos cabalgando en mis arenas. Un hombre triste enseña sus heridas, también las cicatrices. Sabe que fue un niño corriendo entre las piedras, sabe que creció y aunque es castillo todavía le gustan las mañanas y los grillos.
Esos hombres liberan gorriones cuando hablan, son como plantitas de menta que parecen ínfimas pero tienen el aroma de la vida entre sus tallos. Les gusta viajar también subirse a la noche que es su morada donde escribe los cansados pájaros.
Me gustan los hombres tristes porque tienen historias.
Son ellos los que se percatan del viento entre las ramas, del sonido tenue del silencio, de las glicinas. Se persignan porque creen aunque les duelan las constantes condenas. No hablan, escuchan, te miran, te palpan. Los hombres como ellos descubren tesoros que escondemos en la isla y acarician la vejez que duele en el rostro. Tienen los pies cansados pues la vida es cansancio un bello cansancio y se agitan cuando aman. Los hombres así son como bosques que nos doblegan, son gotas de lluvia, son oasis.
Me gustan los hombres tristes porque también soy triste aunque disimule la tragedia habitando mi casa.
.....................................................
PALABRAS SOBRE LA OBRA:
“Soy incapaz de evadirme del oxígeno, / de esta fragilidad / de este misterio que soy (… )/ eso sí: me encantan las tempestades / la hierba creciendo / los trenes / el olor a pan…”. Estos versos parecen condensar la clave que Gustavo Tisocco ha elegido para desarrollar la intensa partitura de su nuevo poemario.
El poeta reúne una multiplicidad temática donde sobresalen dos líneas de pensamiento:
la de un humanismo comprometido –que se duele por los caídos, los devastados, los infelices, los desvalidos, los innominados- y la que explora la idea del conocimiento agónico del yo frente al otro o su circunstancia.
La pregunta “¿Habrá un cielo para los que defendemos / las puertas abiertas, / los jardines, las hormigas?” revela una preocupación que va más allá de lo personal: es una
causa que resplandece por su claro pedido de justicia. Mutilaciones, desiertos, desamparos, indigencia, indefensión: nada de todo eso es ajeno a este hombre que “lo daría todo por un día de lluvia” - como si la sola mención del líquido elemento sirviese para restaurar el equilibrio en ese mundo que él ve poblado de inequidades. Ese mundo –rico en matices e imaginería- no se queda en generalidades, se particulariza con familiares inmediatos, personajes de su pueblo natal y figuras mitológicas de su litoral. Todos, en cierta medida, se pertenecen. Todo confluye. Posiblemente la infancia y la lluvia sean los tópicos que desvelan al autor de “Terrestre”. Por otra parte, Tisocco busca una y otra vez ponerle voz al desamparo. Lo resume, quizás, en los versos “de zinc quiero mi última casa/ para volver al niño / y ser murmullo” – la lluvia sobre la techumbre trae la inocencia de la infancia y la felicidad apenas musitada.
‘Yo amo a un hombre pez y soy hombre terrestre’ es la línea que nos remite a la otra temática mencionada. Una serie de textos dentro del libro sobrevuela lo que podría relacionarse con el mito de Narciso. Hay, en ese caso, una búsqueda que ignora –desde su condición ‘terrestre’- la advertencia de Tiresias. Este moderno narciso pasa por distintas instancias en las que sufre o se complace sin reconocerse. Una imaginería sensual enciende el discurso poético y lo puebla de acciones que van del amor absoluto a la separación más cruel, de la ciudad más alegre hasta la isla más desierta, del gozo a la infelicidad.
“Terrestre” tiene un recorrido que no se queda con los pies sobre la superficie. La condición de vuelo –donde esta poesía queda suspendida- marca el espíritu sobresaliente de un ser que jamás niega su origen y condición para poder repartirse -como lo hace- en puro amor por sus semejantes. El mismo lo expresa así:
“Si preguntan por mí, si lo hacen, digan que lucía una corona amarilla de donde asomaban nísperos; que en la siesta me visitaban los santos, los mismos que la abuela por las noches me mostraba en sus estampitas”.
JORGE PAOLANTONIO
Invierno de 2012.
PALABRAS DE CARLOS CARTOLANO SOBRE "TERRESTRE"
Me consideraba ignorante de tu poesía, ya que había leído sólo algunos trabajos esparcidos en la red. Ahora exclamo ¡cuánto me perdía! He leído en un santiamén
–devorado diré- Terrestre, y me envuelve una sensación de profunda satisfacción tanto en la carne como en la profundidad. Desde el sensible hombre pez, que exige sumisión, confesiones y sacrificios espirituales, hasta me gustan los hombres tristes, he reconocido, también recorrido, yacimientos íntimos con luces que hasta el momento de leerte, no disponía.
En el trayecto pude comulgar con el silencio y advertir con vos que La Poesía es una celda de luz/ que nos mutila. También Exiliado, te copié al concluir Ahora el acertijo que soy/ no tiene retorno. O comprendí a tu lado, como tantos, la costumbre de rezar por costumbre,/ con toda la rabia/ el desconcierto. Compartí que siempre … el tiempo fue el verdugo/ que cortó la piola. Ante la pérdida, muy bien podría repetir con vos ¿Cómo creer en Dios/ si no sé si el celeste es cielo/ o sólo un hueco de pájaros que perdieron los ojos?.
Me detuve en tus referencias a la niñez, a las madres del dolor, a tanta pérdida injustificable de vidas, en tu recurrencia –tan acertada- al cobijo del amor (Un altar en el centro,/ un resquicio de luz/ un universo), en el hartazgo del materialismo (Hay días/ en que soy un látigo/ desgarrando mi espalda), y así llegué al autorretrato de página 57, que considero magistral ejemplo del género poético.
Todos los poemas penetran, encienden, nos cambian. Un piquete a tu corazón/ para que habites el desamparo que soy, decís, y hay que creerlo en tu poesía de maravillas. O He saltado del agua desde pequeño/ y no hay peceras para mí/ no hay peceras. O te compartí epigrafiado en uno de mis poemas, al copiar Todos hacemos el amor/ cabalgando bosques. ¡Gracias por tu poesía! Ella me ha acompañado y le abro las puertas de aquí en más; comprendo que La soledad es un hilo/ que te ahoga.
Mucho de lo que encuentro en tu poesía tiene que ver, creo comprender, con ¨tu otra actividad¨. Hace muchos años, cuando nació mi tercera hija –Alba-, a su mamá la atendió el equipo de la Dra Alicia Palant (Parto en penumbras, con participación del papá ¡toda una revolución!). Y en ese grupo profesional era neonatólogo Alberto Grieco, una persona encantadora con la que llegué a compartir alguna amistad. Ahora me lo has recordado después de tanto…
CARLOS CARTOLANO
Palabras de Paulina Juszko
Con el título de este nuevo poemario, Gustavo Tisocco reivindica su condición de simple ser humano – ni ángel ni demonio – un habitante de este planeta, alguien que no puede evadirse de la fragilidad y el misterio, condenado por eso mismo a tender los brazos hacia un horizonte inalcanzable: es ahí en el olor a tierra / que descubrimos el cielo, dice Tisocco. Los pies en la tierra, la cabeza en las nubes: imagen que representa al poeta, quien se confiesa un hombre triste aunque disimule la tragedia habitando mi casa, o sea la tierra, su tierra.
Cuatro son las temáticas que monopolizan la atención de Tisocco en este libro: la infancia, el amor, la muerte, la injusticia – a las que podríamos caracterizar como temas clásicos y pilares de la poesía en general.
Con respecto a la nostalgia de la infancia, me detuve a preguntarme por qué es un favorito de los poetas.¿Qué es lo que añoramos tanto, aun los que no tuvimos una infancia feliz…? Es seguramente el ojo nuevo, el estreno de la mirada, la pura sensación y, más que todo, la divina inconciencia. A esto alude Baudelaire cuando añora el paraíso de los amores infantiles. Éramos felices, aun los más desgraciados, en la ausencia total de cuestionamientos con respecto a nuestro propio ser y a esas dos avalanchas que lo sumergirán más tarde: el amor y la muerte.
Parodiando un dicho popular, podríamos afirmar: lo que mata es la conciencia. A los ojos de nuestro poeta, seca y desertifica. Desierto que sólo puede atravesar con ayuda de la poesía.
Tisocco dedica este poemario a su pueblo natal, Mocoretá, y lo llena de bellas imágenes que evocan su geografía: Olor a tierra húmeda es mi pueblo, / a uvas y glicinas, / a mandarinas, fresnos y eucaliptos. […] Es el río y es el campo, / casas bajas y blancas, / música de acordeón y de gorriones.
El leitmotiv del agua está presente en todo el libro, en forma de río, mar, arroyo, charco, lluvia o lágrimas. Del río, del río pueden hablar, recuerden que de sus aguas nací una noche de enero cuando jóvenes mis padres pisoteaban lo prohibido, dice Tisocco en la prosa que cierra el libro, suerte de testamento literario. Se diría que el agua es un símbolo de su infancia, una infancia fluvial: Y entonces comprendimos / que el agua estaba lejos, / las calles, el pueblo, / el silencio estaba lejos. […] Entonces comprendimos / que la casa estaba lejos / y perecimos de sed.
Exiliado, cercenado, arrancado de esa casa con aroma a ajo, cebolla y magia, el poeta canta por sus mutilaciones, sólo le queda la odisea de persistir entre ruinas. La pérdida de la infancia desestabiliza el ser y, a medida que crece la lucidez, se agranda el desconcierto: ahora el acertijo que soy / no tiene retorno. Barco que olvidó el mar. Despoblado de mí / entrego lo que queda, dice. Pero en esa entrega está la salvación. Es el rol redentor del arte: el poema que inicia el libro está dedicado precisamente a su salvador, a quien le enseñó las palabras.
Aun mutilado, abandonado de Dios, triste a morir, el poeta canta: Cantar hasta que nos sangre la boca / los dientes / la rabia.[…] Cantar / cantar hasta que se nos sequen los ojos / cantar. Lo que me recuerda aquellos versos de Alejandra Pizarnik, la rebelión consiste en mirar una rosa / hasta pulverizarse los ojos. El árbol seco jamás será muerte mientras lo habiten nidos y sólo surcando desiertos descubriremos la sed y el oasis. ¿Es posible retornar al hechizo de aquel destello? El arte nos tiende un puente, porque significa búsqueda del otro, generosidad, entrega y es la única posibilidad de comunicación verdadera entre los seres humanos.
¿Y cuál es la actitud de Tisocco ante la muerte, esa terrible incógnita que nos acecha? No le teme a la propia porque morir debe ser / como tararear una canción / que no sabemos bien / pero presentimos, dice y hay una aceptación de esta ley inexorable; a sus ojos de médico mientras mueren van naciendo, la vida y la muerte son fenómenos simultáneos, una visión en aleph. Pero lo atormenta la muerte de los seres queridos: la de la abuela Rosa, la de su tío Jorge, la de aquel Arielito que marcó sus años tempranos… a quienes sólo la inercia de la hierba / arropa ahora.
Y también lo agobia la muerte de quienes fueron víctimas de la injusticia, otro de los temas mayores en la poesía de Tisocco: su compasión por los caídos, los que forman una montaña de huesos, / alta, interminable, permanente. Qué bella imagen ésa de las Madres de la Plaza de Mayo llevando un pañal blanco y seco en la cabeza…Y la de las Madres del Dolor, a quienes les arrancaron la flor antes de ser capullo y perfume y que persisten, delgaditas y pequeñas, reclamando justicia como nubes tenaces sobre el desierto. Aunque la justicia sea una esfera de cristal / que arrojamos al fuego.
Profundo sentido social tiene esta poesía que se indigna contra la guerra, la desigualdad, la discriminación. Cuando no hay un techo / la lluvia moja / la lluvia duele / la lluvia sangra, dice Tisocco.
Si hablamos del amor – piedra angular de toda la poesía – nos encontramos aquí con una actitud ambivalente: para nuestro poeta el amor se identifica con el dolor. El bello poema Amo a un hombre pez se refiere metafóricamente a esa dualidad irremediable que ningún amor puede resolver. Cito la última estrofa: Me mira desde la superficie apenas sumergido, / lo miro desde mi oxígeno / al límite extremo del ahogo / y nos besamos apenas un instante, / ínfima eternidad habitando en la apnea. Versos que nos remiten también al mito de Narciso, al magnífico poema de Paul Valéry donde Narciso le habla a su imagen reflejada en la fuente. Hay tanto de narcisismo en el amor…
Ya no seremos dos / y duele este cielo fragmentado, / este planeta que nos une y divide…Para Tisocco el amor es jaula y pájaro, anzuelo y pez, relación en la que subyace un sadomasoquismo claramente expresado en este poema: Tu nombre / como un martillo / que juzga / que golpea / y crucifica. // El mío / sólo implora. Es un amor caníbal: Devorar / devorarte / para tatuar en las entrañas / la suave música / el insensato resplandor. Es un amor alienante, un amor que chupa el ser, que anula la identidad: No soy yo, es el otro. // No soy más que un él esclavizándome. Pese a todo, el dolor deja de ser tal cuando gota a gota / fluye el éxtasis.
No hay que arrancar el puñal, él nos recuerda que estamos vivos. Y una bella agonía es preferible al hastío. El amor es daño, pero vida. Tisocco elige el borde del abismo: Amo este arriesgarnos a partir / a extraviarnos, dice y sigue construyendo fortalezas / para que no escape ese amor tan frágil. Vale la pena amar aunque se sufra, porque el dolor es como el viento que limpia después de la tormenta y nos deja ver nuevamente la luz de un cielo claro. El poeta debe ser un ave fénix resurgiendo de sus cenizas. Hay en este libro hermosos poemas de amor, como Piquete a tu corazón, La casa que eres me cobija y Todos hacemos el amor como subidos a un árbol.
El tema del amor se relaciona en la poesía de Tisocco con la defensa de una libre elección sexual, con la condena de la hipocresía, el disimulo y la cobardía. En el poema dedicado a Nemat Safavi, niño iraní condenado a muerte por homosexual, dice: Nosotros que convivimos con las sombras / también sabemos del sol / y caminamos despacio pero avanzando a pesar de las cadenas / y de las miradas […] extenderemos las alas. Y en otro poema: Amé y dije mi verdad cuando ocultar era la consigna, / lo que se debía, / mordí todas las manzanas del paraíso / y hasta me burlé de la serpiente.
Hay una invocación al amor universal que quiero citar íntegra: Que se abracen el alto y el bajo, / el rebelde / con el sabio, / negros y blancos / que se abracen.// Que como pulpos / se abracen, que como niños se abracen, / con los maestros se abracen, / con las niñas los niños se abracen. // Tomar distancia ya no, en este tiempo no. // Que se abracen…¿Se acuerdan de los tiempos en que los maestros nos hacían dejar dos baldosas o tomar distancia con el brazo extendido hasta tocar al compañero que nos precedía en la fila?
Tisocco hace su profesión de fe literaria y nos da la clave de su poética cuando dice: Herméticos los ataúdes, / el sexo de las muñecas, / las latas de durazno.[…] ¡La poesía no…! Y se pronuncia por una poesía abierta, clara, fluyente, como un agua que deja ver el fondo pedregoso.
La ambivalencia, que recorre el libro cual una corriente submarina – para estar de acuerdo con las imágenes acuáticas tan caras a Tisocco – también afecta a su visión de la poesía que es tramposa y versátil, que ata al poeta a sus caprichos: Ella bebe de mí la sangre, / hace con mis plumas un abanico / y me muestra el puñal / como una caricia cercana, como abrazo mortal, / una ventana abierta.
Si tuviera que hacer el trabajo que a Gustavo Tisocco tanto le gusta – y que tan bien hace en el blog “Mis poetas contemporáneos” - me refiero al trabajo de ilustrar nuestros poemas, yo lo haría con una pintura de Chagall, una de ésas donde la pareja de enamorados flota abrazada en el espacio, sobre los techos rojos de una aldea. Y pienso especialmente en todos hacemos el amor cabalgando bosques, pienso en el noble levitar, en la locura de ser un poco pluma, en las ganas de flotar, de evadir fronteras de nuestro poeta, que siempre defendió sus alas y tuvo la valentía de desnudarse y saltar el muro.
Y si tuviera que definir la poesía de Gustavo Tisocco en cinco palabras – como suele pedírsenos en estos tiempos – esas palabras serían: nostalgia – ternura – amor – dolor – solidaridad.
PAULINA JUSZKO
DATOS DE GUSTAVO TISOCCO
Gustavo Tisocco nació en Mocoretá -Corrientes- el 25 de octubre de 1969.
Tiene publicados ocho libros "Sutil", "Entre soles y sombras", "Paisaje de adentro", “Desde todos los costados” , “Pintapoemas”, “Cicatriz”, “Rostro ajeno” y “Terrestre” además cuatro CD "Huellas", “Intersecciones”, “Corazón de níspero” y “Terrestre”.
Participó en diversas antologías en el país y diferentes partes del mundo.
Recibió varios premios donde se destacan PRIMER PREMIO DEL CONGRESO DE MÉDICOS ESCRITORES en el año 2004 y 2006 respectivamente, PREMIO REVELACIÓN A LA CALIDAD LITERARIA en el encuentro “Buenos Aires Poesía-Reunión de voces” llevado a cabo en Buenos y “REVELACIÓN DEL TERCER ENCUENTRO DE POETAS LATINOAMERICANOS” –Villa María, Córdoba- ambos en el año 2007.
Segundo premio de EROS AIRES 2009 en la ciudad de Buenos Aires.
Segundo premio del Concurso “María Elvira Juárez” en LETRARTE –Tucumán- Julio del 2010.
Segundo premio de EROS AIRES 2011 en la ciudad de Buenos Aires.
Recibió el Reconocimiento del CICLO VIENTOS CONTRARIOS en 2010, el de ASOLAPO en el año 2011 y PUMA DE PLATA de la Fundación Argentina para la Poesía en el año 2012, todos por difundir Poesía a través de su sitio mispoetascontemporaneos.
Asistió a eventos nacionales e internacionales (México y Perú) como poeta invitado.
Recientemente fue uno de los invitados al VIII Festival de Poesía de la Feria del Libro de Buenos Aires, de la Feria del Libro de Villa Mercedes –San Luis- y de la Feria del Libro de Mar Del Plata.
Su poesía ha sido traducida al portugués, francés, catalán, italiano, inglés y alemán.
Actualmente dirige http://mispoetascontemporaneos.blogspot.com
http://mispoetascontemporaneos2.blogspot.com
Su blog personal:
http://poemasdegustavotisocco.blogspot.com
http://videopoemasdegustavotisocco.blogspot.com/
Para comunicarse con el autor poetaypoesia@hotmail.com
Twitter: @GustavoTisocco
Descargar Archivo
|